Escribimos esta humorada en noviembre de 2006. El previsible
candidato ganador de esa contienda fue el mismo de hoy, don Luis Castañeda
Lossio. Por ello, y por el ridículo asunto de que se trata, nos parece simpático
desempolvar lo que suscribimos hace casi ocho años.
Una vieja y latosa disposición prescribe que, veinticuatro
horas antes y doce horas después de cada elección (presidencial, congresal,
edil, pueril, mandil), los peruanos debemos convertirnos en abstemios por arte
de Mandrake el mago. Y aunque no soy acólito de Baco ni mucho menos, debo
aplaudir con sincera admiración el ingenio criollo de nuestros compatriotas,
pues yo he visto más borrachos este fin de semana electorero, que en cualquier
otro. Claro, son ebrios caletas, buenas gentes, ni tan siquiera tildan para
huascas; picaditos nomás, aderezaditos solamente. No cabe duda de que la frase
‘hecha la ley, hecha la trampa’, nació entre nosotros para quedarse por los
siglos de los siglos, amén. ¡Salud por eso!
Dan
pena no los simpáticos borrachines, sino los ingenuos caídos del palto, que se
figuran que el peruano de cebichito con chelita bien al polo, va a acompañar
nuestro plato nacional con mandarinas o limonadas. Se pasan de monses si se la
creen, y bien sé que no se la creen porque esos mismos que dictaminan la más
violada de las leyes, o sea, la ‘Ley Seca’, han chocado cristales previo
“salud, hermano, que yo te estimo”, saciando así su cultura etílica con un
soberbio pisco o con un Juanito Caminante etiqueta roja, mínimo. ¿Juanito
Caminante? ¡Johnny Walker, pues! Ah, eso sí, recontra caletones ellos también,
porque la ‘cultura caleta’ (dícese del arte de hacer las cosas a escondidas,
por lo bajo, sin que te ampayen) también es creación nuestra y se practica en
todas las esferas, estratos y sectores sociales, al punto de que, de haber
olimpiada de caletas, ganamos sobrados, pues es el único deporte que los
peruanos practicamos decentemente y con decoro. ¡Pásame la botella!
Hay
que ser bien candelejón (por no decir un peruanismo que se le parece), como
para suponer que ciertos señorones votaron en la segunda vuelta presidencial,
dizque ‘tapándose la nariz’, por nuestro actual mandatario. No se taparon las
fosas nasales, se cubrieron la boca para que no les huela el tufo. Pero no
seamos maleteros con ellos porque, franquezas aparte, necesitaban de alcoholes
bailándoles en la masa encefálica, para votar por un temido señor que en su
primer período nos llevó a la peor debacle económica de nuestra historia, y es
comprensible de que antes de arrojarse del acantilado, se den un poquito de
valor con una etiqueta azul de Johnny Walker. ¿Johnny Walker? ¡Juanito
Caminante, pues, y lléname ese vaso!
Caricatura: Lavida en diario Gestión.
Además, ante elecciones
municipales más aguadas porque todo mundo sabía quién las iba a ganar con
holgura (al menos en Lima), se imponía con mucha más razón unas aguas, ¿o
no? Ya, no te hagas, (¡sí, sí, a ti te
digo, a ti!) que la hacías buena en la bodega del paticojo, susurrándole: “Oye,
Angelón, pásame caleta dos botellas de cerveza bien heladas. Ya sabes, bolsa
negra para encaletarla, bolsa negra, mi estimado pirata”. ¿Si o no? ¡Si, pues!
O tú, (¡no te hagas el loco; a ti también te hablo!) que caminabas ocho cuadras
hasta la bodega del chino, la más alejada de tu casa para que no te pescara in
fraganti tu mujer, y le decías en voz baja: “Oe chino, sácame un Dasani
heladito. Botas la mitad y el resto me lo llenas con una chatita de ron. Eso
sí, pásame una barra de caramelos de menta pa’ que no me sientan el turrón.
¿Por quién vas a votar, chino, por Lay Fung, no?”, y caminabas haciendo la
finta de deportista, de consumidor de bajas calorías, mientras el sorbete te
suministraba diablos azules, porque repetías la misma jugada en cinco bodegas
más antes de regresar a tu jato. ¡Brindo por eso, campeón de los caletas!
¿No
somos admirables los peruanos? ¡Qué ingeniosos somos! Y después no faltan los
aguafiestas que dicen que no somos creativos. ¿Dije ‘aguafiestas’? Me apunto,
¿dónde es el tono y qué trago hay?
Conste
que no soy borrachín. Únicamente escribo lo que he visto durante esta ‘ley
seca’. ¡Fuiiira de acá! Sécala, hermano. ¿Secar qué? La ‘ley seca’, pues.
Lima, 20 de noviembre
de 2006
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