domingo, 5 de mayo de 2013

LA MUERTE DE UN POLÍTICO HONRADO


Javier Diez Canseco Cisneros ha dejado de existir, y en su muerte ha escrito la metáfora de su propia vida: la de una lucha inacabable y digna. En un país como el nuestro en el que las ideologías son, las más de las veces, vestimentas de uso efímero o justificación de riquezas mal habidas, son pocas las personas que saben vivir y morir en consonancia con sus principios, sin hipotecas de conciencia y sin traicionarse a sí mismas. Diez Canseco pertenece a esa rala raza de hombres honestos y consecuentes de la política activa.


    Pudo haber tenido un destino distinto, alejado de los ruidos y sinsabores de las batallas políticas que protagonizó con convicción; había nacido en el seno de una familia holgada y de raigambre política, y nada le faltó en sus primeros años. Fue un aristócrata de origen que se rebeló contra las desigualdades de un país fragmentado en castas, en estratos sociales, y para formar parte de esa lucha, con honestidad, comenzó por descastarse a sí mismo. Antes, y de forma prematura, había tenido que encarar una guerra distinta a la de clases: la de los humanos contra la adversidad. La polio no pudo con él al año de haber nacido, y su discapacidad, lejos de constreñirlo a un espacio complaciente y dubitativo, lo llevó al teatro activo y le creó una conciencia social, algo que en estratos pudientes pudiera asemejarse a la misericordia cristiana, aunque él se proclamó agnóstico.

    Discrepo de muchas de sus formas, pero no dejo de reconocer en este hombre (y lo hice en vida) a una persona digna; lo fue con sus ideas, lo fue con sus actos. Tan digno fue este hombre que hoy, muerto, no deja que el miasma parlamentario toque su féretro, conforme a sus últimas disposiciones. Ellos, en acto canallesco, lo botaron del Parlamento, y cuando su acción de amparo fue declarada fundada, esos mismos canallas apelaron la decisión. También que conste el torpe ardid de los fujimoristas que, en busca de la libertad de su líder, se permitieron con él un gesto de ‘magnanimidad’ en la misma persona que, en la salita del SIN y ante el propio Montesinos, había pedido la cabeza del ‘Cojo’ (la señora Cuculiza, y eso es de dominio público). El propio ‘Cojo’, como ella lo llamó con desprecio, tuvo en su lecho de enfermo la valentía y dignidad de oponerse a ese pedido, sabiendo que con esa falsa reivindicación hubiera admitido el inexistente delito con que lo manchaban. Se distanció entonces de los que buscan la libertad a como dé lugar: por derecho (que no les asiste) o por lástima a título humanitario. Diez Canseco, valientemente, nunca apeló a la lástima.

    Luchó fuertemente por los derechos de los ciudadanos discapacitados: les dio un rumbo, un lugar en la sociedad que les negaba ciertas labores y que poco a poco fue cediendo, reconociéndoles virtudes, capacidades innatas, y habilidades de las cuales no contamos los que oprobiosamente nos juzgamos ‘normales’. Diez Canseco vio por esos ciudadanos que muchos ignoraron, y su último aporte es la actual Ley General de la Personas con Discapacidad.

    Podemos disentir de su ideología, pero nunca de su lealtad a ella. Es por ello que Javier Diez Canseco, contra todo lo que quisieran sus detractores, es un convencido y no un enriquecido. Luchó por sus ideas y no hizo causa de ellas para hacer fortuna. Por esa razón, el féretro de un hombre como él, merece respeto en su andar por esa Lima que recorrió con tanta preocupación.







domingo, 24 de marzo de 2013

EL SÍ QUE NO (El después de la consulta)


A una semana exacta de la consulta de revocatoria municipal, y con los resultados aún incompletos por cuanto resta contabilizar las actas impugnadas, es posible, sin embargo, sacar algunas conclusiones en frío:

1) El objetivo fundamental de los revocadores fue descabezar la Municipalidad de Lima. Revocar, a como diera lugar, a la alcaldesa Villarán y adelantar así las elecciones municipales. ¿Se consiguió? No. Los vecinos de Lima desestimaron esta pretensión y confirmaron a la señora Villarán en su cargo. Frustrado el objetivo principal, se está frente a una derrota del Sí, objetivamente hablando.

2) De acuerdo al conteo parcial de actas hecho por la ONPE, Fuerza Social, agrupación de la alcaldesa Villarán, perdería a diecinueve de sus veintiún regidores, entre ellos el teniente alcalde Eduardo Zegarra y la regidora Marisa Glave, dos de las voces mejor articuladas de la campaña por el No; entrarían a suplirlos provisionalmente otros diecinueve, también de Fuerza Social, hasta que se elija en noviembre a los regidores titulares, los que serán, en la práctica, tan efímeros como los provisorios. ¿Es grave esto para la alcaldesa? Sin duda, aunque no es la hecatombe que algunos han querido pintar: la señora Villarán contará con mayoría concejal hasta noviembre, lo que no es poco tiempo. De otro lado, tiene el apoyo comprometido del PPC para trabajar sin cortapisas hasta el fin de su mandato. El regidor Fernán Altuve ha dicho que Villarán es como un general que se queda sin ejército; una persona versada en Historia –y Altuve lo es- sabe, sin embargo, que un ejército sin cabeza tiende a diseminarse y desaparecer, por el contrario, un general sin ejército, con astucia y buen tino, puede formar uno nuevo y seguir dando batalla. Lo accesorio sigue la suerte de lo principal, y no al revés.

3) Si del lado del No hubo bajas, las hubo también –y estrepitosas- en los predios del Sí. La ciudadanía ha castigado sin misericordia al ex alcalde Luis Castañeda, impulsor de la revocatoria desde las sombras, revocando con demoledora mayoría a su hijo (regidor que, además, ha reconocido que marcó No en su casillero y Sí en el resto, lo que denota un doble discurso). La misma suerte seguiría, de confirmarse los resultados, el regidor José Danos, esposo de Patricia Juárez, una de las más vehementes voceras del Sí. Esto deja a Castañeda padre sin presencia alguna en el Concejo. De otro lado, el trabajo denodado y a veces temerario de Juárez (denunciar sin pruebas un supuesto pago a una empresa encuestadora, y afirmar -también sin pruebas- que figuras de la farándula habrían cobrado por hacer campaña por el No) ha sido puramente en vano: no sólo no consiguió el propósito de revocar a la alcaldesa; contribuyó notablemente a la revocación de su marido. A veces, pues, no se sabe para quién –o para qué- se trabaja. Su propio aluvión terminó arrasando con ellos.

4) El mea culpa es siempre bienvenido y aplaudido. El electorado limeño aprecia de buen grado los gestos de humildad y condena la soberbia. Que la alcaldesa Villarán apareciera reconociendo las flaquezas y errores de su gestión le generó, sin duda, simpatías incluso entre quienes habían pensado votar por el Sí. Los impulsores de la revocatoria (Alan García y Luis Castañeda), sus voceros (Juárez, Mulder, etcétera) y sus entusiastas animadores (Aldo Mariátegui y Cecilia Valenzuela), han demostrado lo contrario; no han tenido la hidalguía de reconocer la derrota, gesto que lejos de avergonzarlos frente a la opinión pública, los hubiera enaltecido. Todos ellos han salido en televisión a decir que no han perdido nada, y casi surrealistamente han alzado los brazos en señal de victoria (Castañeda en el programa de Beto Ortiz; Patricia Juárez -la más perjudicada a nivel personal- y Mauricio Mulder, en más de uno; Aldo Mariátegui, con esos aires de suficiencia a que nos tiene acostumbrados, en el programa de Milagros Leiva; y Alan García en el de Cecilia Valenzuela, en una entrevista que semejaba más un acto de mutua consolación bajo el disfraz de que todo salió como esperaban). Esa altivez los pierde desde su propia condición de perdedores –valga la redundancia-, aunque cierto es que la memoria del peruano es frágil y no hay muerto político que duerma el sueño eterno bajo su lápida; García mismo es la cabal comprobación de ello.

5) El fracaso del objetivo central de los revocadores (la decapitación política de la alcaldesa para acceder ellos al control del municipio), nos trae, sin embargo, un costo que no se agota en los ciento diez millones de soles que, en cifras aproximadas, ha tenido que desembolsar el Estado para satisfacer la codicia de poder de sus impulsores. En noviembre tendremos que asistir nuevamente a votar, y eso significa que el Estado botará, gracias a García, Castañeda y compañía, cuando menos ciento diez millones de soles más, aunque hay quienes afirman que el costo total de ambos procesos no es menor a los quinientos millones de soles. Esto quiere decir que la ‘gracia’ de estos señores, nos costó y nos seguirá costando: sume a los gastos del Estado los suyos propios en tiempo y movilidad, y recuerde que todo eso se lo debe no a Marco Tulio Gutiérrez, tan sólo un simple operador, sino al dueto García-Castañeda. La plata, desde luego, no nos llega sola.

6) A lo largo de este proceso hemos visto defender la institución de la revocatoria a personas que, curiosamente, no están sujetas a ella. Sus defensores nos han hablado durante la campaña del derecho ciudadano a revocar a las autoridades incompetentes. Lo curioso es que no reconocen ese mismo derecho sobre ellos: la revocatoria no se aplica a congresistas como el señor Mauricio Mulder, el más locuaz vocero de García en este proceso. Tampoco se aplica a la figura del presidente de la República, de modo que García estuvo y presume estar a salvo a partir de 2016. Hay aquí una doble moral: “Soy excesivamente ‘democrático’ cuando se trata de guillotinar a otro, pero conmigo no te metas”. Y es aquí cuando debemos plantearnos una disyuntiva: o todos los cargos que se ejercen por votación ciudadana son revocables, o ninguno. Si tienen el mismo origen (la elección) no hay razón que convalide discriminar entre unos y otros, puesto que a igual razón (léase origen) procede igual derecho.













jueves, 14 de marzo de 2013

'SAN DIMAS' Y LA REVOCATORIA


El viejo adagio reza que la mujer del César no sólo debe ser honesta, también debe parecerlo. Esto que es tan elemental en las cuestiones de la cosa pública (y que se aplica a mujeres y hombres por igual), ha sufrido una variante muy singular en nuestro medio, y en especial en la política: ‘No importa que robe con tal que haga obra’. Esa es nuestra máxima; encomiamos al ladrón que hace algo –generalmente a un costo muy alto, lo que representa su ‘comisión’- y despreciamos al honrado que administra bien pero que en apariencia no hace nada. La diferencia entre uno y otro, son toneladas de cemento armado, estructuras más vistosas que funcionales y, desde luego, placas, enormes placas con el nombre del ‘hacedor’ en alto relieve y en letras casi tan grandes como la obra misma. Dado que hemos aceptado como ‘normal’ el hecho de que todos roban, preferimos a un San Dimas (el buen ladrón de la escena bíblica) al frente de la Municipalidad, por decir algo.

       Esta revocatoria nos anuncia que hay por ahí un San Dimas que prefiere de momento no dar la cara; quizás sean dos y no uno. Dimas quedó algo escaldado desde que le fue pésimo en su reciente aventura presidencial; no alcanzó el sillón de Pizarro y se contenta con volver al de Ribera el Viejo, pero eso de esperar hasta el 2014 es muy aburrido para él. Saltar la cerca es más fácil que tocar la puerta en horario de atención, pero consciente de que esas son labores más propias que de un Barrabás que de un Dimas, se vale de uno medio payaso, medio tonto, y temerariamente bocón, pero que conoce bien las dudosas artes de su oficio. Después de todo, para cortar cabezas no se precisa de inteligencia promedio. Barrabás ha hecho su trabajo con prolijidad, con la astucia de quien sabe meterse en el barro y salir de él sonriente y con una frase estúpidamente antológica.

       ¿Pero a qué se debe el éxito de Dimas y Barrabás? ¿El hecho de preferir a un ladrón que robe pero que escupa cemento y placas ha hecho metástasis en los limeños? En parte sí, pero no explicaría por completo el fenómeno, y he allí el mérito de Barrabás y sus alfiles: usar la más barata y demoledora estrategia publicitaria: radio bemba. La repetición machacona de que la alcaldesa no hizo obra. Antes de que uno se reponga y atine a contestar viene la ráfaga final, aprendida también por repetición y dicha con cara de suficiencia: “Dime una obra de la alcaldesa, dime una sola”. En una ciudad en que hemos estado acostumbrados a los cartelazos, a las placas y hasta a las recetas médicas con el nombre del exalcalde, es lógico que muchos se queden en Babia. No le hemos visto a la señora Villarán esos vistosos y egolátricos adornitos, tan informativos y convenientes a veces, y el limeño, tan acostumbrado a ellos, lo toma como ausencia de obras, y esto último lo confunde con ineficiencia e incapacidad. Dimas entonces sonríe tras las sombras y Barrabás se frota las manos porque sabe que su trabajo no es un acto de amor vecinal y que tiene pago en contante y sonante. Embaucar honrados y recibir las pifias de otros, no es poca cosa y toda prestación profesional justifica honorarios, como él mismo explica en uno de los sabrosos audios que le conocemos. Resucitar muertos y hacer firmar a mancos en los planillones, tampoco es moco de pavo. Y así como en la Biblia se multiplicaron panes y pescado, Dimas, santo después de todo, multiplicó fideos y galletas.

       Afortunado, desde luego, se le fue uniendo una interminable legión de contusos que le hicieron criollamente la camita; esos agoreros que vistiendo túnica de periodistas se jugaron las vísceras en 2010. No asimilaron la derrota municipal y encima Ollanta ganó al año siguiente las presidenciales. Había que vengarse, pues, de aquellos demonios de rabo y trinche contra los que habían editorializado y creado portadas apocalípticas. La democracia no es alternancia para ellos. Todo lo que sea zurdo salió defectuoso de fábrica y merece ser quemado ante cámaras y denostado en diarios antes de que le crezca cachos y rabo convenientemente rojos. Tremebundos y catastrofistas, estos ‘periodistas’ caen en la intolerancia y en la defensa de un modelo único, cualidades que atribuyen a los demonios de la izquierda. Mienten si es por una buena causa, suponiendo que su causa sea la única buena, e insultan sin importarles que el demonio en cuestión vista falda, que al cabo el demonio se transforma en todo lo que le venga en mente con tal de cumplir sus fines.

       Visto así, la democracia es una goma de mascar que puede estirarse o comprimirse dependiendo del ánimo de los ciudadanos y del quinto poder: el de las encuestadoras. Ese es el drama del peruano: a fuerza de padecer dictaduras y de tener partidos débiles que siguen la suerte del caudillo, no ha aprendido a vivir bajo reglas democráticas. La más elemental de ellas, respetar la duración de los mandatos que nacieron de la voluntad popular. Cuatro no es dos, es cuatro, y es lo que debiera durar la señora Villarán en la alcaldía, a despecho de lo que vociferen Dimas y Barrabases, como es burdo comparar ocho años de gestión con dos.

        Este domingo 17 de marzo, los limeños tendrán la oportunidad de optar por reafirmar con el NO una gestión que, no habiendo estado libre de errores, es decente y sí ha hecho obra, o canonizar con el SÍ nuestra criolla versión de Dimas y asegurarle un buen honorario a su diligente Barrabás.







miércoles, 13 de marzo de 2013

HABEMUS PAPAM


Tras la histórica renuncia de Benedicto XVI al papado –la primera en seis siglos-, el humo blanco se dejó ver desde la pequeña chimenea de la Capilla Sixtina. El nuevo Papa viene a ritmo de tangos y milongas. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, nacido el 17 de diciembre de 1936, adoptó el nombre de Francisco en homenaje al santo y benefactor  de los animales (un jesuíta rindiendo tributo al fundador de otra orden religiosa).

       Con palabras emotivas ante la muchedumbre que colmó la Plaza de San Pedro, rezó  por su predecesor Ratzinger, Papa Emérito que habita en Castel Gandolfo en tanto se acondicionen sus aposentos definitivos en un monasterio de clausura. En tono más suplicante, el primer Papa latinoamericano en dos mil años de papado, pidió a la multitud que orara por él, y es que el reto de asumir la máxima jerarquía de la Iglesia Católica en estos tiempos en que ha conocido de acusaciones muy graves que van desde el lavado de dinero por el Banco del Vaticano, hasta los monstruosos casos de pederastia, es un maretazo difícil de lidiar, y acaso en ello estribe la incapacidad manifestada por Benedicto XVI de seguir al mando de la Iglesia, y la razón también de su silencio voluntario.



       Temas como el celibato, olvidando que Pedro mismo, a quien se tiene por primer Papa, fue hombre casado; el papel secundario de la mujer dentro de la Iglesia, reducida a mera comparsa en una institución cuya jerarquía pareciera negar la igualdad entre los seres humanos de la que tanto habló Jesús, son un par de gotas entre gruesos goterones a los que tendrá que hacer frente el pontificado de Francisco.


       Sobre el papel secundario que le es reservado a la mujer dentro de la Iglesia Católica en pleno siglo XXI y de su imposibilidad de acceder al sacerdocio y decir misa, tuve un intercambio epistolar con un sacerdote miembro del Opus Dei, quien básicamente reducía el tema a una ‘tradición católica’ que debemos seguir a pie juntillas y a la que, desde luego, debían resignarse las damas que tuvieran vocación de servir a Dios. El sacerdote olvidaba, sin embargo, que la tradición no es otra cosa que la repetición de conductas a las que el tiempo les da cierta autoridad, y que no toda tradición es buena o conveniente a un propósito. De lo contrario, las misas seguirían siendo en latín y con el oficiante dándole la espalda a los fieles, ‘tradición católica’ que fue eliminada por el Concilio Vaticano II, en la primera mitad de la década del sesenta del pasado siglo, después de centurias de haber sido así.

       La Iglesia precisa de un nuevo aggiornamiento , que la acerque más sus fieles, y que impida el éxodo que viene padeciendo en forma creciente en beneficio de otras confesiones, incluyendo aquellas sectas que se aprovechan de la candidez e ingenuidad de sus congregados, a quienes estafan económicamente sin el menor sonrojo y sin acto de contrición alguno.




Recemos, pues, por Francisco, tal como él nos ha pedido que lo hagamos. La enormidad de su tarea, lo justifica.

lunes, 11 de marzo de 2013

EL 'NO' DE LOS REVOCADORES


El retiro intempestivo de la señora Patricia Juárez del local del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y, con ella, el de los demás miembros del comité revocador, en plena exposición de motivos, revela una estratagema cuidadosamente planificada por el comando del Sí para evitar que la ciudadanía tome nota de la desnudez de los intereses particulares y de vendetta que se tejen tras de la telaraña revocadora, y de la inconsistencia y ausencia de argumentos de que adolecen. Las marchas y contramarchas de los promotores del Sí, con Marco Tulio Gutiérrez a la cabeza -tras del cual asoman, agazapados, Luis Castañeda y Alan García-, afirmando que asistirían al debate para desdecirse horas después, y recular ante la contundencia del acta firmada por ambas partes ante el Tribunal de Honor del JNE, en la que se especificaba quiénes serían los expositores por cada una de las opciones, y que terminó con la soberana pateada al tablero de los del Sí, pone en relieve el hecho de que jamás quisieron polemizar; que se valieron de bravatas, pensando que los representantes del No vacilarían en participar. También fueron presas del miedo, pues la ocasión se prestaba a que los regidores del No, aniquilaran la falacia de que la alcaldesa Susana Villarán no había hecho obra alguna, y a ello iba la exposición del regidor Pablo Secada, quien tuvo que exponer en solitario, ante la vergonzosa e inelegante forma en que Juárez huyó, siguiendo el guión previamente ensayado. Secada, por lo demás, explicó de manera sencilla y contundente los costos de la revocatoria y de cómo nuestros impuestos irían a significar un jugoso engrosamiento de alforjas para los promotores del Sí, si llegase a prosperar su alternativa (pago de gastos de recolección de firmas -mancos y fallecidos incluidos- y de acciones interpuestas ante el JNE). Esto, desde luego, no le convenía a las huestes del ‘caballero’ que considera que las damas siempre dicen que No, pero terminan diciendo que Sí, y que en ello está su encanto; el mismo que afirmó que “Lucho volverá a la alcaldía (…) y yo seré nuevamente consultor por S/. 74,000, o por más”.

      Tan cierto es que la huída de la señora Juárez del escenario de la exposición de motivos obedeció a un libreto que, el inefable Marco Tulio y el abogado revocador, Luis Tudela, lejos de hacer acto de presencia en dicho debate, prefirieron asistir, a la misma hora, a distintos programas de televisión para seguir machacando los estribillos falaces que han pretendido inocular en las mentes de los limeños de buena fe; argumentos deleznables que el publicista aprista y amigo íntimo de García, Hugo Otero -celebérrimo pirata, junto con Salcedo, de un video de Pink Floyd en contra de la candidatura presidencial de Vargas Llosa en 1990-, petardea hoy con imágenes apocalípticas y embusteras sobre el par de años que viene administrando la ciudad la señora Villarán, olvidando el primer quinquenio de su amado Alan, tan infestado de corrupción como el segundo.

       Respetando la decisión de muchos de mis conciudadanos que piensan distinto, yo no voy a votar por quienes quieren que el sistema de transporte público siga siendo un desastre con las consiguientes infracciones de tránsito y muertes eventuales que causan los afiliados al señor Rau Rau, dirigente que se opone a la renovación de combis y buses que tienen una antigüedad de treinta años, en el mejor de los casos, y que apoya abiertamente, como no podía ser de otra forma, la revocatoria de la mujer que pretende cambiar tan abominable e indigno sistema.

       Pareciera que algunos crápulas que pueblan la política, asaltando la yugular del Estado, no admiten competencia desde el lado de la decencia, y en su afán de blandir las fauces, no dudan en difamar a quienes no provienen del silo del cual emergen.

       Las frases que han de susurrarse al oído, no han de ser otras que: “En la pestilencia, hermanos”. “En la corrupción, progresamos”.

       En los revocadores, el 'No', lejos de ser la opción opuesta a la suya, significó el portazo que dieron ayer a los ciudadanos de Lima. Le dijeron NO al JNE (al que en delirante y risible despropósito acusaron de haberlos 'botado' de su local), y le dijeron NO a los limeños ávidos de razones y argumentos que jamás esgrimieron.




Post scriptum.- Como me ha hecho notar una amiga, el abogado revocador, Luis Tudela, figuraba como uno de los ponentes del Sí para la exposición de motivos. Lejos de cumplir con el compromiso formal asumido ante el JNE, prefirió presentarse en un canal de televisión a la misma hora en que debía esgrimir sus razones para la revocatoria en el debate, con lo que se demuestra, sin duda alguna, que el domingo por la noche, presenciamos un sainete, una pieza teatral montada por los histriónicos revocadores, que bien podría intitularse: 'A la fuga, compañeros'.