Las líneas que siguen, van con
sabor a butifarra dominguera y a tamalito de la esquina. “Piensa mal y acertarás”,
reza un dicho popular entre lúdico y paranoide. Nosotros, siempre acólitos de
la buena fe de las personas, en especial tratándose de nuestros políticos –siempre
tan bien intencionados e incapaces de echar mano de las malas artes para
bajarse a un potencial rival-, y de
algunos periodistas acuciosos, nos proponemos atar cabos y dar con el autor
intelectual de las pintas aparecidas ayer en el kilómetro 45.5 de la
Panamericana Sur, como para que no se las pierdan de vista los veraneante de
fin de semana, camino a Eisha. Lo que dicen, es ya de dominio público, pero
a riesgo de que algún despistado no haya leído los periódicos por estos días,
las reproduzco a título de menú: “Adelante Gastón, por la honestidad y el gran
salto”. Desde luego, estamos muy lejos de ser detectives y, con este calor que
invita a más de un helado de lúcuma, no vamos a ponernos por nada el sombrerazo
a lo Sherlock Holmes, pero es tan sencilla la cosa que vamos a desmenuzar el
filete sin mucho esfuerzo.
Todo comienza con la célebre
entrevista que Gastón Acurio concedió a Milagros Leiva en diciembre pasado para
un diario local, en la que se desliza la posibilidad de candidatear a la
presidencia de la República, aunque no en 2016. De inmediato, y sin que nadie
lo hubiera invitado al almuerzo, el Apra, a través de su cuenta oficial de Twitter,
respondió que no le temía a una candidatura del buen Gastón. A esto se sumó una
andanada de tuits de algunos ‘compañeros’ con lo que el otrora ‘peruano
ejemplar’, ‘empresario exitoso al que había que seguir’, y ‘gestor del boom de
la gastronomía peruana’, quedaba reducido a la condición de ‘simple cocinero’,
uno de tantos, y hubo quien llegó a decir que en el comedor de ‘La Casa del
Pueblo’ (sí, la sede del que fue partido de Haya de la Torre, en Alfonso
Ugarte), se comía mucho más rico y barato que en Astrid & Gastón (cuestión
de paladares, siempre subjetivos, desde luego). El chef respondió la grasosa
artillería con una pregunta bastante caída del palto: “Señores del Apra, ¿yo qué les he
hecho? ¿Por qué me agreden? Entre peruanos no está bien”. Lo que
no estuvo nada bien fue que Gastón pensara tan mal. El Apra lo quiere mucho,
aunque sea en parrilla y al carbón; preocupados por el destino empresarial de
Gastón, lo invitan cordialmente a que siga creciendo y enorgulleciéndonos a los
peruanos con sus mensajes motivadores y su promoción internacional de
nuestros ricos cebiches y lomos saltados. Zapatero a tus zapatos; cocinero a
tus cacerolas, capisci?
Pasa un
par de meses, aproximadamente. Gastón viaja por el mundo abriendo restaurantes,
dando charlas en universidades, y viendo el financiamiento para una universidad
gastronómica en el Perú. En Lima, el expresidente García contagiado del
espíritu veraniego y como queriendo dar vuelta a la página a un embanderamiento
fracasado, le lanza un tuit a Acurio, cual globito de carnaval que sepa Dios
qué tipo de líquido contiene: “Que se presente y veremos”. El chef que acababa
de bajar sus maletas, no entendió que se trataba de un inocente jueguito. Fue
nuevamente malpensado, y respondió con una extensa y muy detallada publicación
en su Facebook que se resume en lo siguiente “…y de regreso me encuentro con
esto”. Luego, provocador contra quien sólo le pedía que se
presentara a su casa a jugar carnavales con Dantoncito y saborear un cebiche de
conchas, tuiteó esto: “Derecha, centro e izquierda, empresarios, profesionales, trabajadores e
intelectuales, urge estar unidos para el gran salto”. ¡Así no juega
Perú, pues! De hecho, juega muchísimo peor.
Es
así como llegamos a esta semana flamígera, en la que un caricaturista de
ingenio que responde al nombre de Alfredo Marcos, amigo confeso de don Alan y que,
por esas coincidencias de la vida, celebró contratos más jugosos que zumo de
piña con entidades del Estado durante el gobierno de su amigo-presidente, según
se desprende de la investigación de José Alejandro Godoy publicada en el portal
El Útero de Marita, y a la que nos remitimos (http://utero.pe/2014/02/07/quienes-estan-detras-del-caricaturista-que-deformo-a-gaston/),
publicó en Correo una genialidad suya en la que Acurio aparece como un garabato
viviente, con la fisonomía de un Cuasimodo de mente muy negra, a diferencia del
original de Víctor Hugo; en contraste, un García esbelto, atlético y con rostro
ochentero, lo reprende. Antes, el precandidato a la alcaldía de Lima, Pablo
Secada, había revelado una reunión de Alan Garcia, Alex Kouri y Luis Castañeda
en casa de… ¡Alfredo Marcos, el caricaturista! Desde luego, Godoy, Marco
Sifuentes (Útero de Marita), Secada, y Diario 16 que replicó la caricatura y el
dato, son todos unos malpensados. Se trató, según Kouri, de una fiestecita de
cumpleaños, con piñata y canciones de Yola Polastri. ¿Qué ‘Trilogía del Mal’
podía cocinarse allí? Sólo flanes, lechecita asada y algún pastel que esos
recelosos pretendieron quemar antes de que llegue al horno. ¡Malvados!
Caricatura de Alfredo Marcos en 'Correo'
A estas alturas de la cadena de
hechos, o de la tira de salchichas, sería muy jalado de los cabellos suponer
que alguien teme que de tanto susto le conviertan el hígado en paté y le
estropeen el delicioso bocado de un tercer mandato presidencial, y que esa sea
la razón de las pintas aparecidas ayer. Sería malévolo y torvo suponer que esas
mismas pintas difundidas diligentemente en su cuenta de Facebook por un
respetabilísimo conductor de irrespetables programas sabatinos, tenga algo que
ver con la admiración que ese caballero profesa por Alan García, teniendo en
cuenta las edulcoradas entrevistas que le obsequió en su pasada etapa de
entrevistador matutino. Y sería pérfido imaginar que en la columna que le
obsequia hoy al tema de las pintas, hay una amenaza velada, cual tamalazo a
punto de estrellarse contra la frente del chef, cuando le recuerda haber dicho
en 2009 que de postular a la presidencia estaría admitiendo que su discurso
sobre la cocina peruana fue una farsa. Sabemos que el hecho de ser
incondicional de la guapísima Carla García Buscaglia, no lo hace necesariamente
un alfil de don Alan, el papá.
Pensando
peor, quien llegue a este párrafo creerá que veo con buenos ojos y mejor
paladar la negada candidatura de Gastón Acurio. ¡Bingo! Aclarando que no
conozco personalmente al chef, ni que busco recompensa a manera de almuerzo
pantagruélico, juro ante la Biblia, el Corán y el Torá juntos, que sólo una vez
pisé La Mar y que prefiero los sánguches del Carbone, del Cordano, y de una
chicharronería de Jesús María (en ese orden y añorando los del Juanito de
Barranco) a los de su fallida experiencia con Don Pasquale. Reconozco, sin embargo,
mi simpatía por quien prefiere cocinar un cebiche de corvina en vez de hornear
faenones.
Lima, 9 de febrero de 2014