Lima invasiva e invadida. Lima de balcones de cajón y aroma a picarón. Lima criolla, Lima serrana, Lima de todos. Lima mía y de zutano. Lima de tranvías durmiendo el sueño y de combis destruyéndolo, de trenes eléctricos y peatones presurosos. Lima de tardes frente al mar y de bocinazos en horas punta. Lima siempre. Lima de águilas en emblema y de gallinazos en las torres. Lima de pregones y serenos; de humiteros y suerteros, de ‘fast food’ y vivanderas, de anticucheras y vendedoras de mistura. Lima de Palma, de Polo y de Chabuca. Lima que te quiero bien, Lima que te quiero mal, que te quiero verde y que te quiero más. Lima de cielo gris, de pálido sol y de llovizna feliz. Lima del hombre que se cree interesante, también del ambulante. Lima que se construye sobre lo que se destruye. La Lima del ‘niño bien’ y la del humilde también. Lima cosmopolita, Lima del arenal. Lima, siempre Lima. Te bautizaron Ciudad de los Reyes, y en mejor y en justa comunión, te hiciste de la plebe. Lima mía, Lima de todos, tierra de santos y de y de espantos. Lima de turrón, si no en octubre en cualquier mes del año, pues en tu nombre siempre se toma chilcano.
