In memoriam
Con mucha tristeza me entero del
reciente fallecimiento de la doctora Susana Llontop Sánchez Carrión. Fue
durante muchos años directora de mi colegio, el Antonio Raimondi (del cual era
egresada). Doblemente profesora mía, tanto en el colegio (donde nos enseñó
gramática italiana en quinto de secundaria), cuanto en la Universidad de Lima.
Grande fue mi
sorpresa cuando en primer ciclo de Estudios Generales se presentó como titular
de la cátedra de Historia de la Civilización. Cuando leyó la lista de alumnos,
y llegó a mi nombre, dijo textualmente: "Ya sabía que uno del Raimondi
caería aquí". Ante el asombro de mis compañeros 'cachimbos', continuó:
"He sido directora y profesora de su colegio".
Pero mi
relación con doña Susana se remontaba -para mi asombro- desde hace muchos años
atrás; cuando no era yo ni proyecto de vida. Entabló cercana amistad con mi
madre. ¿Cómo y cuándo lo descubrí? Fue en Scala Gigante de la avenida
Venezuela, en Breña. Acompañaba a mi madre de compras. Tenía yo siete años de edad, y cursaba el segundo grado de primaria.
De pronto, veo a la directora de mi colegio
dirigirse con amable sonrisa y familiaridad hacia nosotros. Yo temblaba,
naturalmente. Mi madre, sin embargo, correspondió el saludo. "Hola,
Susana, ¡qué gusto de verte! ¿Cómo está don Augusto?". Se trataba del
padre de mi directora. "Más o menos, Glorita, con los achaques de la
vejez, como imaginarás". Yo veía la escena con escepticismo, entre atónito
y espantado. "Ya conoces a mi hijo, ¿no?". "¡Claro! -respondió
ella-, soy la directora del Raimondi". Comencé a sudar frío, y esbocé una
sonrisa nerviosa. Contrariamente a lo que pudiera pensarse, fue la directora
que más me castigó, pues yo padecía de la muy peruana costumbre de confiarme
del reloj y llegar tarde al colegio que quedaba a solo tres cuadras de mi casa.
¡Gracias, doña
Susana! Me enseñó lo que es la puntualidad, aunque esa definición tan europea y
extraña llegara a calar muchos lustros en mí.
Doctora en Historia, es autora de una
magnífica biografía sobre su antepasado, don José Faustino Sánchez Carrión, el
'Solitario de Sayán', a quien, con mucha propiedad, denominamos 'Fundador de la
República'.
Mis más
rendidas condolencias a su familia. Y a usted, doña Susana, mi sincera gratitud
que va a modo de abrazo a donde quiera que esté.
Lima,
23 de marzo de 2016